Si una cosa he descubierto en mis años viajando alrededor del mundo, es que la aventura llama a la aventura. Centroamérica empezó a descontar los días para volver a casa, pero antes nos permitimos el lujo de un último viaje: Panamá.Pensando en qué ver en Panamá me di cuenta de que el océano que nos separa, no es solo de distancia, sino también de desconocimiento sobre esta república centroamericana. Nada más llegar, entrando en la ciudad el particular bosque de rascacielos nos da la bienvenida acaparando nuestra atención. Una selva de cemento con edificios modernistas que compiten entre sí por ver quien llega más alto.
Entrada en la Ciudad de Panamá con sus rascacielos
Pero lejos de lo que se pueda pensar, Panamá es mucho más que rascacielos, su famoso canal o que los icónicos sombreros de paja que llevan el nombre del país. Con una naturaleza que te abraza, capaz de dejarte con la boca abierta, descubrir Panamá fue una agradable sorpresa de momentos memorables.
Ciudad de Panamá
Casco antiguo de Panamá
Harían falta muchas líneas para contar sobre la historia de la ciudad de Panamá. Paseando por su casco antiguo, descubrí que su fundación data de 1516 y que tuvo su origen inicialmente en un lugar a unos 8kms de donde se encuentra actualmente. De aquel Panamá Viejo apenas quedan unas ruinas debido a los saqueos de piratas como Henry Morgan, que la destruyeron casi por completo en 1671, obligando a su refundación 2 años después.
La ciudad vieja de la Ciudad de Panamá es Patrimonio de la Humanidad desde 1997, un tesoro que se entremezcla con el bello contraste de su moderno «skyline». Sin duda una de las fotos más repetidas de Panamá. Allí caminamos por plazas coloniales como la de la Independencia, la plaza mayor, la de Herrera o la de Bolívar (en honor al Liberador Simón). Es un oasis de edificios chiquitos de época rodeados por colosos de pisos infinitos. Caminando pasamos por el Convento de Santo Domingo, edificio histórico que prevalece desde los orígenes de la ciudad, y entramos en iglesias como la de San José de estilo barroco con su Altar de oro. Un auténtico paseo por la máquina del tiempo.